HISTORIA DE MI VIDA
Pensar en un espacio, me hace recordar en una casa en la que
pasaba un enorme tiempo de mi vida. Recuerdo perfectamente cada paso y cada
minuto que tardaba en llegar a ella.
Al llegar encontraba un enorme zaguán, repleto de azulejos antiguos,
de llamativos colores y formas geométrica. Subía dos escalones de mármol e
intentaba llamar a una campana realmente difícil de llegar debido a mi diminuta
estatura, pero observaba la puerta hecha enteramente de hierro y cristal en el
que yo dejaba todos los dedos.
Entonces corría hacia una de las puertas laterales, la cual
daba a un inmenso jardín con paredes pintadas con cal, repleto de margaritas, y
de ahí una puerta que entraba a la cocina, con un pavimento de dimensiones muy
pequeñas y oscuro, y cuya cocina guardaba los fogones antiguos.
Pero el mayor tiempo lo pasaba en el patio interior de la
casa: todo el suelo de mármol, repleto de columnas y arcos y unos enormes
techos, allí me sentaba en un banco de madera o en un baúl, y miraba a mi alrededor
sin entender en sí, la arquitectura ni el interiorismo pero sabía perfectamente
que aquel lugar tenía un ambiente especial y que me sentía a gusto, como en
casa. Porque lo único importante no es el diseño sino también el bienestar de
todos los que te visitan.
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